
La fatalidad no avisa y llega. Una vida joven y sufrida, de una persona como vos y yo, en los tiempos que nos toca vivir, no necesariamente mártir ni obligadamente pecador.
Es que la actitud de vida en nuestros días es lo razonablemente imprevisible para impedirnos erigirnos en juez y decir que es lo que es bueno y que es lo malo.
El vértigo, en algún fragmento de tiempo, nos consume y nos debilita de tal modo, que todos somos vulnerables y frágiles.
Rodrigo Bermejo fue una persona que me tocó conocer a través de un amigo, que más que su amigo decía ser un familiar; y que más que un familiar sentía ser su padre.
Y que Rodrigo era el hermano mayor de su único hijo. Y fue entonces por medio de ser testigo ocasional de ese relacionamiento, que una situación banalmente atribuida a la consanguineidad, era fruto de la intensidad honesta que solo es propia de los sentimientos.
Y por efecto y sustancia, mucho más válida que un simple lazo de parentesco.
Es por eso que su ausencia, solo me provoca resignación por no haber tenido oportunidad de conocer y eventualmente admirar o apartarme con propiedad de la persona que ya no está.
Aunque al enfrentar el dolor de mi amigo Javier “Miliki” Martínez, puedo decir que en mis años de vida, por primera vez atravieso la experiencia de comprobar que los amigos de mis amigos, son también mis amigos.
No puedo dejar de manifestar mi vergüenza ajena por una página digital de noticias local, www.amambaynoticias.com, que reflejó esta triste circunstancia en forma de crónica ligera, ignorando a lo que la persona fue en esta vida, y comentando detalles acerca de una enfermedad grave que Rodrigo Bermejo supo combatir en silencio, cuando otros hubiesen aprovechado para inspirar lástima. Como el dueño y jefe de esa página, Sandro Sánchez, que suelen aprovechar la desgracia ajena, disimulando o haciéndonos olvidar de su situación delincuencial pasada.
Aprovechándose de ser el sobrino del concejal municipal abogado Alejandro Aranha, suele amenazar de muerte ligeramente y portar armas incluso, como en una oportunidad que el comunicador y redactor de esa página, Alejo Mendieta, fue testigo ante mi persona.
Citando a un periodista local, en su reseña acerca del reciente congreso que brindó el periodista mexicano Alfredo Corchado en el Aula Magna de
Diego Lozano
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